UNA SIMPLE NUERA

Mi suegro siempre fue muy serio conmigo. Lo único que yo sabía de él cuando conocí a Carlos era que fue un ex portero de Rayados y sabía que era conocido y popular en los años setentas y el año pasado lo acompañó toda la familia, incluyéndome a uno de varios homenajes que le hicieron, pero nada más.

Yo, en una familia futbolera cuando a mi jamás me a interesado en lo más mínimo el futbol, pues siempre me mantuve al margen, mientras Carlos y él siempre, siempre siempre sus pláticas eran del mundo futbolístico; pero insisto, conmigo siempre fue muy serio, no hablaba mucho y al saludarme solo me decía "¿Cómo está Yola? (siempre de usted) y me daba la mano por encimita  y nunca me veía a los ojos.

En 17 años sólo tuve 3 conversaciones con él y una de ellas fue más monosílabas que hablar. La primera fue en el aeropuerto esperando a mi Chispagel  que llegaba de un viaje de trabajo. Como el vuelo se retrasó lo invité a un café, nos sentamos y de inmediato se adentró a una pantalla de televisor que estaba enfrente de él y arriba de mi y yo estaba muy incómoda. No hacía ningún esfuerzo por tener una conversación conmigo, a veces decía "si" y "no" y seguía mirando la tele. El tiempo se me hizo eteeeeerno.

La segunda ocasión fue en el hospital mientras a Carlos le hacían una operación ambulatoria. El reto era mayor que la primera vez ya que tenía que caminar algunas cuadras cerca del hospital con él mientras íbamos a desayunar a un cafecito para matar el tiempo. Ahí tuve mejor suerte, ya que sin proponérmelo empecé a preguntarle cosas del futbol, mencioné algunos jugadores que no tengo idea quienes son y que unos días antes le escuché a un taxista  mientras me llevaba a mi casa y sin saber se me quedaron grabados y con eso pude defenderme de tener un intento de buena conversación. Entendí que si no hablaba yo de futbol estaría nuevamente perdida. Ahí fue la primera vez que lo vi emocionado con la plática y me contó algunos de sus viajes como el que hizo a China mientras yo por dentro me dije: ¡¡¡Yes!!!, ¡¡lo logré!! ¡Que señor tan agradable!.

La plática fluyó muy bien y me encantó todo lo que platicó aunque algunas cosas no le entendía nada. Eso sí, siempre muy serio y propio y hablándome siempre de usted. (nada que ver con lo que yo estaba acostumbrada en mi casa, a un dicharachero, igualado y directo como era mi papá; de hecho recuerdo que en la pedida de mano rogaba al cielo para que mi papá no le hiciera bromas pesadas o preguntas capciosas, pero afortunadamente todo fluyó bien).

Después nació Domy y él se enamoró completamente de mi hija, a veces entrenaba muy lejos y pasaba a mi casa solo a ver a la niña y con ella se desvivía, a mi me seguía tratando igual, con un "cómo está yola", aunque ahora le agregaba, "¿y Domy?" y cuando la miraba no dejaba de sonreírle y siempre se le iluminaba la cara; ella y sus nietos eran todo para él.

La tercera conversación duró menos de un minuto, me lo encontré en un oxxo a dos cuadras de casa de mi suegra porque antes de llegar por Domy le compré una medicina y él salía de ahí. Solo recuerdo que me dijo que Domy tenía una luz que lo hacía muy feliz y recuerdo verlo sorprendida de cómo se le iluminaba los ojos cuando hablaba de mi hija. -"Esa niña tiene Ángel"- decía.

El último día que lo vi estaba muy bien, me saludó exactamente igual que hace 17 años, cuando Carlos y yo fuimos por Domy un sábado después de una larga jornada en los trabajos. Se despidió muy sonriente de Domy haciéndole bromas sobre cuantos años iba a cumplir  y como siempre nos acompañaba hasta el carro para despedirse de la más pequeña de sus nietas.

Quince días después falleció y nadie lo pudimos creer. Ese señor fuerte, saludable y deportista  que dos días antes entrenaba a sus niños como cada semana, de repente se debilitó y partió antes de que todos pudieran despedirlo.

Lo que más me impactó fue que él tenía cosas pendientes (como todos) y entró al hospital dando indicaciones a Carlos de lo que él tenía que hacer en su día común, como ir por balones o asistir a una junta y no podía faltar. Al final Carlos fue a todos los pendientes que tenía su papá. Me imagino como todos que pensó que al día siguiente lo darían de alta para seguir con su rutina y no que su último partido lo hiciera en el cielo.

Domy con su abuelo
El velorio me impactó emocionalmente, el lugar estaba a reventar. Ese señor callado, respetuoso, austero en todo sentido y sencillo, tenía demasiada gente que lo amaba y admiraba de verdad. Filas y filas de amigos, contemporáneos, ex jugadores, niños de su escuela, medios de comunicación lo despedían con mucha emotividad. En los pasillos escuchaba mientras me preparaba un café a gente de su generación contando anécdotas de su época, gente joven y gente grande, alumnos y ex alumnos, todos tenían una anécdota que contar, fue tan bonito que a pesar del dolor reconfortaba a la familia tanto cariño. Yo, la simple nuera y esposa de su hijo tenía que hacer fila para poder hablar con mi Chispagel y nunca pude hablar. La gente llegó desde las 7 de la mañana y la última se fue a las 11 de la noche. Ahí no paró todo, Los vecinos de la cuadra también se solidarizaron con la familia, llevando comida, agradeciendo sinceramente el haberlo conocido, se sentía tanto amor y agradecimiento que aliviaba un poquito la pena.

Al día siguiente al llegar al entierro vimos niños llorando con el uniforme de su profe, (como lo llamaban) con globos blancos y azules adornaron todo el camino y las palabras llenas de amor y dolor de mi Chispagel me hicieron admirarlo más. 

Y yo me quedo con su ejemplo: una persona simple, sencilla, austera, callada y humilde que cosechó lo que sembró en su vida y no fue el dinero. Heredó a su familia no propiedades sino el cariño impresionante de la gente y siempre y pese a todo, hizo lo que realmente le gusto, impulsó al deporte infantil y juvenil, tuvo una disciplima impresionante, (si llovía, granizaba o el clima estaba a 40 grados nunca faltaba), ayudó a mucha gente sin gritarlo y era admirado en todos los niveles.

Para mi fue muy difícil decirle a una niña de 6 años que unos días antes él la había cuidado, que su abuelo había fallecido. Recuerdo que cuando la llevé a la casa le dije que teníamos que hablar de su abuelo, hice una pequeña pausa y me sonrió con lágrimas en sus ojos y me dijo: "Ya se fue ¿verdad?" y al asistirle con la cabeza se echó a llorar. Nunca se me va a olvidar su llanto porque realmente fue con dolor. Prendí la tele y en en noticiero local dieron la noticia y le hicieron un reportaje cortito y cuando ella lo vio me dijo; "Ya estoy bien mami, no te preocupes".

El año nuevo fue muy distinto sin él. Todos los años que yo recuerdo desde que era novia de Carlos el señor ponía en el radio canciones viejas y típicas como "Yo no olvido al año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas...". Siempre lo veías con una libretita muy pequeña y muy vieja parado en el teléfono haciendo infinidad de llamadas, supongo a sus amigos y les deseaba lo mejor. Al empezar al año nuevo era de ley que él le agarrara el hombro a Carlos y sin decirle nada los dos siempre se abrazaban y lloraban juntos. Sabía que para Carlos él era su héroe.

Este año fue muy distinto. Después de cenar y convivir, quedaban pocos minutos para que acabara el año viejo y la familia estaba sentada en la sala viendo los celulares para ver la hora. Mi suegra refunfuñaba entre dientes diciendo que le chocaba estar como pendeja esperando los minutos para el año nuevo (Lo dijo de una forma tan genuina y natural que me dio risa). Al dar las 12 empezaron los abrazos pero sobre todo empezó el triste sentimiento de estar sin el. Todos lloraron, unos abrazados de otros y estuvimos en silencio un momento.

Mañana se cumple un año y se fue muy rápido.

No sé porqué, pero si me acuerdo de él inmediatamente se me hace un nudo en la garganta. Me impactó mucho el que de la noche a la mañana se fuera, y me impactó cómo las situaciones cambian a partir de que alguien muy querido nos deja. Se murió en febrero igual que mi papá. Espero que él arriba no le esté haciendo bromas....

Que gran lección me dejó este señor serio, respetuoso, callado de lo que es hacer lo que siempre le gustó que fue jugar futbol, de lo que es sembrar amistad y sembrar en cada niño el amor al deporte y sobre todo dejar huella sin hacer ruido.

A mi, solo me queda decirle a este señor que nunca sabré si le caía mal o porqué nunca fue expresivo conmigo, que le doy las GRACIAS con cariño de parte de esta simple nuera que no pudo convivir y admirarlo en vida.



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